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Hace unos meses, el actor Andy Serkis, en una entrevista para el New York Times, protestaba porque sus trabajos nunca eran tenidos en cuenta por la Academia de Cine de Estados Unidos, a pesar de que lleva casi dos décadas interpretado papeles relevantes en películas de gran éxito. Su presencia en el reparto de títulos que revientan las taquillas no impide, sin embargo, que Serkis pueda pasear por las calles de cualquier ciudad casi de incógnito. Tan solo los fans más aventajados serían capaces de reconocer en el rostro amable de este británico al Gollum de El señor de los anillos, o al gigante King Kong, o a César, uno de los protagonistas indiscutibles de la trilogía El planeta de los simios. Todos sus trabajos más relevantes tienen el mismo sello: los ha interpretado con un montón de sensores instalados en su cuerpo para capturar hasta el más mínimo detalle y, después, añadir capas de información con un ordenador hasta construir el personaje. ¿Eso hace que sea menos actor? Serkis cree que no. En su opinión, se trata de un maquillaje digital. Distinto a las caracterizaciones tradicionales utilizadas en el cine, pero eso no debería ser un impedimento para que se reconociera su talento. La otra característica que es común a todas las películas en las que ha participado el intérprete británico es que se trata de superproducciones. Obras realizadas con una buena inyección de dólares detrás. Y esto es así, en parte, porque sólo con mucho, muchísimo dinero, se puede acceder al equipo (cámaras, estudios, iluminación, ordenadores, software…) necesario para llevar a la pantalla un personaje basado en la técnica de captura de movimiento. O así era hasta ahora…
Hace unos años Jakob Balslev y Anders Klok eran dos jóvenes estudiantes de cine en Copenhague que querían hacer una película utilizando captura de movimiento. En aquel momento, no tenían ni el espacio ni el presupuesto para hacerlo y, aunque finalmente convencieron a la escuela para conseguir el equipo, en sus cerebros comenzó a tomar forma una idea: había que conseguir democratizar esta tecnología, conseguir que, por un precio asequible, estuviera al alcance de cualquier cineasta. Con sensores similares a los de los teléfonos móviles (giroscopio, acelerómetro y compás), un uniforme de trabajo y una caja de plástico a la espalda para ubicar el procesador construyeron su primer prototipo. Y, como contaron a Wired: “era feo, pero funcionó”.
Aquello fue el germen de Rokoko, un traje de captura de movimiento que está llamado a revolucionar esta técnica, puesto que permite grabar en exteriores, puede monitorizarse con un teléfono móvil o tableta y puede adquirirse a partir de 2.500 euros. Sus posibilidades no se limitan a la captura de movimiento para el cine o la animación, porque también puede ser utilizado, por ejemplo, para videojuegos o programas de realidad virtual consiguiendo una inmersión completa. Gracias a su aportación ahora, los límites para este tipo de trabajos ya no los pondrá el presupuesto, sino la creatividad…
Entrevista y edición: Iván F. Lobo, Pedro García Campos, David Giraldo
Texto: José L. Álvarez Cedena
#VodafoneOne
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Hace unos años Jakob Balslev y Anders Klok eran dos jóvenes estudiantes de cine en Copenhague que querían hacer una película utilizando captura de movimiento. En aquel momento, no tenían ni el espacio ni el presupuesto para hacerlo y, aunque finalmente convencieron a la escuela para conseguir el equipo, en sus cerebros comenzó a tomar forma una idea: había que conseguir democratizar esta tecnología, conseguir que, por un precio asequible, estuviera al alcance de cualquier cineasta. Con sensores similares a los de los teléfonos móviles (giroscopio, acelerómetro y compás), un uniforme de trabajo y una caja de plástico a la espalda para ubicar el procesador construyeron su primer prototipo. Y, como contaron a Wired: “era feo, pero funcionó”.
Aquello fue el germen de Rokoko, un traje de captura de movimiento que está llamado a revolucionar esta técnica, puesto que permite grabar en exteriores, puede monitorizarse con un teléfono móvil o tableta y puede adquirirse a partir de 2.500 euros. Sus posibilidades no se limitan a la captura de movimiento para el cine o la animación, porque también puede ser utilizado, por ejemplo, para videojuegos o programas de realidad virtual consiguiendo una inmersión completa. Gracias a su aportación ahora, los límites para este tipo de trabajos ya no los pondrá el presupuesto, sino la creatividad…
Entrevista y edición: Iván F. Lobo, Pedro García Campos, David Giraldo
Texto: José L. Álvarez Cedena
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Rokoko, el traje de captura de movimiento que revoluciona la animación elton john | |
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Science & Technology | Upload TimePublished on 16 Nov 2017 |
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