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Si eres mujer, naces en el sur de Florida hija de inmigrantes latinos, estudias en colegios públicos y sufres acoso escolar durante el instituto, nadie te reprocharía que te resignaras a tu mala suerte y maldijeras que casi todas las partidas en este sistema se juegan con las cartas marcadas de antemano. Pero si con esos antecedentes, antes de cumplir los 30 ya has aparecido en la revista Time como una de las jóvenes que puede ayudar a cambiar el mundo, seguro que tu historia merece la pena ser contada. Y también encontrarás gente en el camino que sabrá valorar tus esfuerzo para que perseveres en el intento; Vivian Graubard se topó con esa persona mientras estudiaba tecnología en la universidad sin saber exactamente qué pintaba ella allí, cuando en realidad su intención era ayudar a los más desfavorecidos a través de políticas públicas. “Resiste -le escribió su profesora de entonces en un correo electrónico-. Sé que es duro. Sé que sientes que no estás por completo en tu lugar, pero eres realmente buena en esto. No hay suficientes mujeres en el mundo de la tecnología. Resiste”. Graubard resistió y pocos años después trabajaba en la administración Obama como asesora en nuevas tecnologías.
Cuando Graubard llegó a la Casa Blanca, una de las cosas que más le llamó la atención fue que el presidente de Estados Unidos solo respondiera las cartas que iban dirigidas a él si estaban escritas en inglés. En un país en el que 40 millones de personas hablan español, más de dos millones chino, y otras lenguas (como el francés, el alemán, el tagalo o el vietnamita) superan el millón de hablantes, esta práctica suponía una clara discriminación. Graubard, que por entonces solo era una voluntaria que trabajaba en el servicio postal de la oficina presidencial a tiempo parcial, propuso utilizar sus conocimientos en tecnología para implementar un sistema que permitiera traducir las cartas. Y lo hizo. Poco tiempo después, Graubard, ya como asesora de Obama, fue una de las responsables de simplificar y facilitar los procesos para solicitar los visados de entrada en los Estados Unidos (hasta entonces dispersos en un maremágnum de administraciones, formularios y procedimientos). Su inspiración para implicarse en esta misión entonces fue, escribió en una columna para Wired, fue Visa para un sueño, la canción de Juan Luis Guerra. Merengue, política y tecnología... un cóctel del que solo pueden salir cosas buenas.
Entrevista para la NBC en 2016, afirmaba que lo más duro de formar parte de una administración gigantesca como la de Estados Unidos, es que “Todo es a largo plazo. No es posible arreglar las cosas de un día para otro. Lo peor es que a veces te levantas día tras día y no parecen apreciarse los progresos que vas haciendo”. Y en un tiempo en el que las urgencias se amontonan, hay cuestiones que deberían abordarse con mucha más premura. Alejada por el momento de la primera línea de la política, Graubard continúa trabajando para impulsar el desarrollo de la tecnología al servicio de las personas en distintos gobiernos, mientras intenta -junto a varios grupos de presión- que Donald Trump no destruya lo que ella y su equipo construyeron durante los años de Obama.
(*) La entrevista a Vivian Graubard fue realizada en la Fundación Rafael del Pino durante el evento Waves organizado por Pangea.
Entrevista y edición: Azahara Mígel, Cristina del Moral
Texto: José L. Álvarez Cedena
#VodafoneOne
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Cuando Graubard llegó a la Casa Blanca, una de las cosas que más le llamó la atención fue que el presidente de Estados Unidos solo respondiera las cartas que iban dirigidas a él si estaban escritas en inglés. En un país en el que 40 millones de personas hablan español, más de dos millones chino, y otras lenguas (como el francés, el alemán, el tagalo o el vietnamita) superan el millón de hablantes, esta práctica suponía una clara discriminación. Graubard, que por entonces solo era una voluntaria que trabajaba en el servicio postal de la oficina presidencial a tiempo parcial, propuso utilizar sus conocimientos en tecnología para implementar un sistema que permitiera traducir las cartas. Y lo hizo. Poco tiempo después, Graubard, ya como asesora de Obama, fue una de las responsables de simplificar y facilitar los procesos para solicitar los visados de entrada en los Estados Unidos (hasta entonces dispersos en un maremágnum de administraciones, formularios y procedimientos). Su inspiración para implicarse en esta misión entonces fue, escribió en una columna para Wired, fue Visa para un sueño, la canción de Juan Luis Guerra. Merengue, política y tecnología... un cóctel del que solo pueden salir cosas buenas.
Entrevista para la NBC en 2016, afirmaba que lo más duro de formar parte de una administración gigantesca como la de Estados Unidos, es que “Todo es a largo plazo. No es posible arreglar las cosas de un día para otro. Lo peor es que a veces te levantas día tras día y no parecen apreciarse los progresos que vas haciendo”. Y en un tiempo en el que las urgencias se amontonan, hay cuestiones que deberían abordarse con mucha más premura. Alejada por el momento de la primera línea de la política, Graubard continúa trabajando para impulsar el desarrollo de la tecnología al servicio de las personas en distintos gobiernos, mientras intenta -junto a varios grupos de presión- que Donald Trump no destruya lo que ella y su equipo construyeron durante los años de Obama.
(*) La entrevista a Vivian Graubard fue realizada en la Fundación Rafael del Pino durante el evento Waves organizado por Pangea.
Entrevista y edición: Azahara Mígel, Cristina del Moral
Texto: José L. Álvarez Cedena
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Graubard, asesora tecnológica de Obama: “Los gobiernos tienen que verse como un servicio al cliente” elton john | |
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Science & Technology | Upload TimePublished on 5 Sep 2017 |
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